martes, 23 de febrero de 2010

¿Qué es la AUTOESTIMA?


Soledad Guzmán
Muchas veces escuchamos e incluso utilizamos el término AUTOESTIMA, pero ¿qué entendemos por autoestima?
La palabra en sí misma nos lleva a la definición pero si vamos un poco más allá del uso coloquial de la palabra, nos encontramos con una serie de aspectos que usualmente no tomamos en cuenta.
Es así que me puse a investigar y encontré algunos conceptos asociados con el tema y que podrían estar incluidos en el concepto. Espero sean de utilidad, en especial cuando de desarrollarla se trata:
  • Afectivo: El desarrollo de la autoestima dependerá del tipo de relaciones que se establezcan a lo largo de la vida; un hogar con autoestima elevada, se caracteriza por el ambiente de franqueza, confianza y respeto por la originalidad de cada uno de sus miembros, existe libertad de expresión sin temor al ridículo e incluso al rechazo.
  • Confianza: Es la base para la seguridad de toda persona, sin ella todo crecimiento posterior será más vulnerable. La confianza se construye de diversas maneras: con la reafirmación y validación de lo que se hace bien y aprender de los errores o de lo que se hace mal evitando los dobles mensajes. La confianza fomenta el amor y el respeto, dando a la persona la seguridad para enfrentar a los demás en forma abierta y sincera.
  • El No Enjuiciamiento: Para educar al otro no se debe ser juez, el hecho de ser juzgado constantemente y en exceso, crea una persona extremadamente autocrítica, insegura y descontenta consigo misma. Los juicios negativos pueden llevar a dudar de las habilidades o capacidades y por ende influir directamente en el desarrollo de una baja autoestima. Esto no quiere decir que no se expresen los sentimientos con respecto al otro, sino que se debe juzgar la conducta, no a la persona.
  • Necesidad de Sentirse Apreciado: Todo ser humano necesita sentirse aceptado tal cual es, sentirse valorado, querido como ser único y especial, esto favorece a que la persona se conozca y quiera a sí misma. El trato respetuoso hacia el otro manifiesta nuestro aprecio; cada vez que hacemos que una persona se sienta pequeña e insignificante, menoscabamos su seguridad y autoestima. Al darle a la persona reconocimiento pleno, favoreciendo su sentido del éxito y de confianza en sí mismo, alimentamos su convicción de tener algo que ofrecer, lo cual lo impulsa a realizar nuevos esfuerzos.
  • Respeto por los Sentimientos y Opiniones del Otro: El desarrollo de una adecuada autoestima se ve afectada al no respetarse la validez de los sentimientos. Muchas veces se le dice al otro que sus emociones son erróneas, exigiendo que renuncie a la propiedad de sus experiencias personales emocionales y/o afectivas. Frente a los sentimientos de una persona lo importante es la empatía y comprensión, de lo contrario se obtendrán emociones fingidas o reprimidas; la actitud adecuada frente al sentir ajeno, consiste en escuchar con respeto para poder orientar ante la real dimensión el asunto. El individuo que carece de un sentido fuerte de valor personal, se siente amenazado por las diferencias, anhela que los demás piensen como él, lo cual puede deberse a la necesidad de apoyo externo para reafirmar su imagen, ya que toda persona que respeta los sentimientos y diferencias individuales, no trata de imponer sus percepciones a los otros
  • Empatía: Para desarrollar la seguridad de una persona es muy importante que ésta se sienta comprendida. Una forma de comprensión es la empatía, que consiste en penetrar en el mundo del otro, ponerse en su lugar, comprendiendo sus sentimientos.
  • Ambiente Social: Es importante ya que en la autoestima influye de una manera determinante la forma en la que los otros nos ven y opinan, pero también es indispensable que tengamos en cuenta que no somos más que aquello que reflejamos, de tal manera que si no tenemos una estima y un respeto por nosotros mismos difícilmente podremos reflejar y transmitir eso a los demás.
La reflexión acerca del concepto nos lleva a hacer un autoanálisis y así poder fortalecer aquellos aspectos que de alguna manera hemos descuidado y que sin duda nos ayudarán a tener una mejor perspectiva frente a los retos que la vida nos impone cada día y por lo tanto tener una AUTOESTIMA positiva.

jueves, 18 de febrero de 2010

EL AMOR


Soledad Guzmán

Poniéndonos a tono con la temporada y con la mercadotecnia invasiva que nos bombardea con corazones rojos, flores, muñecos de peluche y cualquier cantidad de objetos alusivos al popular festejo del día de San Valentín o del Amor y la Amistad, me pregunto qué pasa con el Amor, por muchos deseado y por otros cuestionado. ¿Qué es esa sensación muchas veces descrita y nunca definida, que lleva a los seres humanos a límites insospechados? Pensemos en cuantas cosas se han hecho en nombre del AMOR.

Lo han descrito como una reacción puramente química, como la respuesta biológica para perpetuar la especie, como un torbellino de emociones, en fin, explicaciones hay muchas pero una definición absoluta, tal vez nunca la tendremos y ni siquiera la necesitemos.

Parte de la relevancia del amor, en mi opinión, tiene que ver con la unicidad, la originalidad vivida en cada experiencia amorosa, en cada relación. En la comunión de dos personas que deciden, no del todo conscientes creo yo, sumergirse en la experiencia y arriesgarse en la aventura del AMOR para ir construyendo momento a momento, lo que en el peor de los casos sólo durará mientras el efecto de la química del fenómeno dure y otros, siendo optimistas la mayoría, continúen la experiencia hasta que la muerte los separe, no porque lo determinen las leyes de algún culto religioso, sino por la simple y nada sencilla tarea de vivir en pareja.

Obviamente me refiero al caso específico del amor en pareja, pues podríamos plantear que hay muchas formas de amar: amar a los padres y hermanos, a los hijos, a los amigos, a los animales e infinidad de manifestaciones del fenómeno amoroso; sin embargo, las cosas se complican en cuanto a dos se refiere, sobre todo de dos extraños que coinciden en espacio y tiempo para dejarse atrapar por tan enigmático sentimiento.

Y entonces llegamos a mi planteamiento: en realidad esos dos son tan extraños, muchos piensan que es el destino el que los hace coincidir, yo creo que la trama del amor tiene que ver con una búsqueda no tan clara y nada fácil en muchos casos, que nos lleva experimentar una o muchas veces, hasta que logramos encontrar aquello que nos complementa, no sólo en el sentido biológico, sino en el sentido emocional y más allá de eso, en el sentido psicológico.

Es verdad que buscamos en el otro aquello que nosotros no poseemos y que con la conjunción podemos obtener; acaso no nos sentimos completos en el momento del amor, real o de manera idealizada creemos y experimentamos por momentos, durante el enamoramiento, la sensación de estar completos, de que nada hace falta.
Desafortunadamente no es una sensación interminable, pero me parece que es la idea de experimentar esa sensación de satisfacción, lo que hace que la búsqueda sea satisfactoria y que incluso nos arriesguemos a intentarlo una y otra vez hasta encontrarlo o hasta darnos por vencidos, lo que sea más fuerte.

Así que si se vieron atrapados por la mercadotecnia o por la honesta búsqueda del amor y festejaron el día de San Valentín, no se sientan mal ahora, tal vez puedan entender por qué es tan difícil resistirse.

miércoles, 10 de febrero de 2010

COMO ENFRENTAR LA ADOLESCENCIA DE LOS HIJOS


Soledad Guzmán
Nos enfrentamos con la adolescencia a un momento en la vida del individuo en que hay que tomar decisiones, elegir el camino y el futuro; es una edad en la que aunque parezca ambivalente el joven busca identidad y la manera inmediata de lograrlo es lejos de la familia, poniendo distancia a lo conocido, para experimentar y explorar cosas nuevas, de tal manera que al final pueda decir “Yo soy esto”.
Siendo así que los jóvenes entran en un momento de distanciamiento y crítica hacia el seno familiar cualquiera que este sea, por ejemplo, si en casa se vive una perspectiva política de izquierda, el adolescente puede tender a la visión contraria; si en casa le van al América, ellos le irán al Guadalajara; en fin, se contraponen en las cosas más triviales, pero también en las más importantes y entonces entran al área de riesgo, cuando en su afán de conocer, también buscan probar y muchas veces lo hacen sin poder evitar las consecuencias y nos encontramos con infinidad de chicos metidos en problemas con drogas, con embarazos no deseados y una lista larga de consecuencias, que por supuesto a los padres les asusta y son la razón de grandes conflictos familiares.
Ahora bien, ¿cómo acercarse al hijo adolescente, cómo ayudarlo y permitir esta transición sin exponerlo a riesgos y peor aún a las consecuencias que en muchos sentidos marcarán su futuro?
La respuesta a esta y otras interrogantes de los padres la he encontrado en mi trabajo con jóvenes quienes me han mostrado que a pesar de las apariencias, lo que más necesitan son LÍMITES. Constantemente están retando a la autoridad (en cualquiera de sus formas) y de esta manera buscando el límite, saber hasta dónde pueden llegar, qué es lo que se espera de ellos; es así que entre más firme, constante y consistente sea la disciplina y la educación, de la misma manera será la estructura que ellos puedan ir integrando a su vida.
Con esto no me refiero a que sólo se trata de pegar el reglamento en la puerta y esperar que sea cumplido, no es así. Es indispensable la constancia, el ejemplo, la congruencia de la educación paterna. En fin, se conjugan muchos factores que pueden ser complejos pero que, si vamos poniendo claridad en ellos, pueden ayudarnos e incluso hacer las cosas mucho más sencillas.
Pensemos en aquellas culturas en las que el concepto e incluso la etapa de la adolescencia no existe. Muchas veces esto tiene que ver con que desde pequeños los individuos son enseñados y orientados hacia el futuro y las decisiones se tienen preestablecidas para ellos, tales como el trabajo, la pareja, entre otras muchas situaciones y por lo tanto no hay un espacio en el desarrollo en el que se tenga que elegir, decidir, pensar, afirmar y comprometernos con un proyecto de vida.
Hace algunas generaciones, los planes y el futuro de los jóvenes estaban establecidos, prácticamente desde el nacimiento, las expectativas eran claras y sencillas aparentemente, aunque no podemos dejar de lado que había infinidad de conflictos existenciales; si el padre era comerciante, sencillamente el hijo o los hijos estaban destinados a continuar con la labor familiar. De la misma manera, los roles tanto femeninos como masculinos eran específicos y claros, de tal forma que tanto mujeres como hombres sabían que se esperaba de ellos, aún cuando no estuvieran de acuerdo, incluso muchas veces eran sometidos. Pero eso es otra historia.
Con esto quiero plantear la importancia de tener límites y expectativas claras, de tal manera que sepamos hacia dónde orientar la educación de los hijos; vivimos en un momento de cambios constantes, nos enfrentamos a cantidades de información excesivas y necesitamos saber de que manera enfrentar todo esto sin perder los valores que consideramos indispensables para el bienestar personal y social de nuestra familia.
Desde mi punto de vista, es tanta la información y tan versátil que los padres no saben cual es la más adecuada, incluso la correcta. Pensando en un ejemplo recuerdo cuando empezaron a aparecer en el mercado instituciones dedicadas a la estimulación infantil temprana. Los padres empezaron a cuestionar si era necesario brindar este tipo de atención a sus hijos, algunos acudieron a los centros simplemente por moda o por curiosidad.
¿Es realmente necesaria la estimulación temprana? algunos pensaran que sí, yo creo que es algo que se hacía naturalmente en casa, aunque ahora debido a la reestructuración de los roles familiares y a la necesidad de salir a trabajar de las madres, algunos bebés ya no reciben esa estimulación, por lo que hay que brindarla en centros especializados.
Ejemplos como este son miles. Pero para llegar a esa conclusión, antes es necesario cuestionar a los padres sobre cuáles son las actividades y el modo en que los hijos son atendidos y educados en casa. Espero dejar claro el planteamiento y hacer una invitación a la reflexión, ¿tenemos claro qué esperamos de nuestros hijos? ¿Qué consideramos lo mejor para ellos? ¿Hemos logrado transmitirlo?

miércoles, 3 de febrero de 2010

¿POR QUE MI HIJO ES TAN REBELDE? ¿SERA LA ADOLESCENCIA?


Aida Soledad Guzmán Bravo

Cuando hablamos de adolescencia generalmente nos encontramos con referencias tales como rebeldía, necedad, confusión, sexualidad, libertad, peligro, entre otros, de tal manera que para acercarnos a ésta, creo necesario reflexionar sobre la idea preestablecida que tenemos acerca de este momento en la vida. Este ejercicio podría ayudarnos a aclarar algunos conceptos y nos abriría la puerta a áreas que son de difícil acceso debido al innumerable número de tabúes relacionados con la adolescencia y de esta manera, podremos abarcarla desde una perspectiva más clara y accesible, es decir, tomémoslo como algo personal.
Muchas veces nos encontramos con planteamientos de los padres o maestros de adolescentes, refiriéndose a ellos como viviendo en un momento especialmente conflictivo y por ende indeseable; pocas veces se entiende que es un momento en la vida, una etapa de transición en la que podemos observar una innumerable gama de conductas, paradigmas y maneras de enfrentar. Adolescencia es una noción en cierto sentido nueva, contempla una etapa del desarrollo del individuo que ha ido reestructurándose conceptualmente y que incluso en otros momentos de la historia de la sociedad era difícil encontrar referencias al respecto.
Si hablamos de jóvenes y su relación con la vida adulta, podremos entrar en una discusión profunda de como los segundos ven a los primeros, desorientados, confundidos, irresponsables, con una idea poco realista de la vida; en fin, ¿quién no ha escuchado e incluso hecho algún comentario del tipo: “estos jóvenes ¿no se dan cuenta de las dificultades que la vida implica”? ¿“Por qué no pueden asumir la responsabilidad de sus vidas”? “¡que manera de desperdiciar el tiempo!”, etc.
Tendríamos que cuestionar: ¿Cómo es que los padres y aún los adultos más responsables vivieron su adolescencia?, ¿cómo es que sortearon esa etapa de la vida y salieron de ella sin raspones o sin heridas evidentes? Y de entrada ¿cuándo se es adolescente?
La adolescencia abarca de los 13 o 14 años hasta los 19 y en la actualidad incluso después de esta edad se habla de una adolescencia tardía que llegaría hasta pasados los 20 años de edad. Se le relaciona con rebeldía, oposición frente a las figuras de autoridad y se considera una etapa de riesgos.
Sin embargo hay que entender que durante este periodo de la vida se manifiestan grandes cambios y también se obtienen grandes logros, como la identidad y el proyecto de vida ya que nos encontramos con el por qué de tanta rebeldía y de tanta oposición, con la razón incluso de la agresión y la apatía con la que muchos jóvenes atraviesan por esta etapa y algunos desafortunadamente se quedan en ella o no logran ir más allá.
Las estadísticas arrojan importantes datos sobre el alto grado de tendencia a las conductas de riesgo durante la adolescencia y es por ello que incluso muchos adolescentes sufren accidentes automovilísticos siendo la causa número uno de muerte de jóvenes en México, generalmente asociada también al consumo de bebidas alcohólicas y estupefacientes.
Podemos preocuparnos, incluso tener miedo de lo que puede suceder a nuestros hijos adolescentes en un mundo cambiante y de constantes retos, pero no podemos cerrar los ojos a la realidad, ellos han crecido y seguirán haciéndolo a pesar nuestro; así que lo mejor que podemos hacer es enfrentarlo, hagámoslo de la mejor manera posible; mantengámonos siempre informados, siempre dispuestos a escuchar y lleguemos a acuerdos, no intentemos anular una realidad que sólo terminará por abrumarnos.