jueves, 18 de febrero de 2010

EL AMOR


Soledad Guzmán

Poniéndonos a tono con la temporada y con la mercadotecnia invasiva que nos bombardea con corazones rojos, flores, muñecos de peluche y cualquier cantidad de objetos alusivos al popular festejo del día de San Valentín o del Amor y la Amistad, me pregunto qué pasa con el Amor, por muchos deseado y por otros cuestionado. ¿Qué es esa sensación muchas veces descrita y nunca definida, que lleva a los seres humanos a límites insospechados? Pensemos en cuantas cosas se han hecho en nombre del AMOR.

Lo han descrito como una reacción puramente química, como la respuesta biológica para perpetuar la especie, como un torbellino de emociones, en fin, explicaciones hay muchas pero una definición absoluta, tal vez nunca la tendremos y ni siquiera la necesitemos.

Parte de la relevancia del amor, en mi opinión, tiene que ver con la unicidad, la originalidad vivida en cada experiencia amorosa, en cada relación. En la comunión de dos personas que deciden, no del todo conscientes creo yo, sumergirse en la experiencia y arriesgarse en la aventura del AMOR para ir construyendo momento a momento, lo que en el peor de los casos sólo durará mientras el efecto de la química del fenómeno dure y otros, siendo optimistas la mayoría, continúen la experiencia hasta que la muerte los separe, no porque lo determinen las leyes de algún culto religioso, sino por la simple y nada sencilla tarea de vivir en pareja.

Obviamente me refiero al caso específico del amor en pareja, pues podríamos plantear que hay muchas formas de amar: amar a los padres y hermanos, a los hijos, a los amigos, a los animales e infinidad de manifestaciones del fenómeno amoroso; sin embargo, las cosas se complican en cuanto a dos se refiere, sobre todo de dos extraños que coinciden en espacio y tiempo para dejarse atrapar por tan enigmático sentimiento.

Y entonces llegamos a mi planteamiento: en realidad esos dos son tan extraños, muchos piensan que es el destino el que los hace coincidir, yo creo que la trama del amor tiene que ver con una búsqueda no tan clara y nada fácil en muchos casos, que nos lleva experimentar una o muchas veces, hasta que logramos encontrar aquello que nos complementa, no sólo en el sentido biológico, sino en el sentido emocional y más allá de eso, en el sentido psicológico.

Es verdad que buscamos en el otro aquello que nosotros no poseemos y que con la conjunción podemos obtener; acaso no nos sentimos completos en el momento del amor, real o de manera idealizada creemos y experimentamos por momentos, durante el enamoramiento, la sensación de estar completos, de que nada hace falta.
Desafortunadamente no es una sensación interminable, pero me parece que es la idea de experimentar esa sensación de satisfacción, lo que hace que la búsqueda sea satisfactoria y que incluso nos arriesguemos a intentarlo una y otra vez hasta encontrarlo o hasta darnos por vencidos, lo que sea más fuerte.

Así que si se vieron atrapados por la mercadotecnia o por la honesta búsqueda del amor y festejaron el día de San Valentín, no se sientan mal ahora, tal vez puedan entender por qué es tan difícil resistirse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario